Editorial 522 | Donde las condenas se olvidan y las detenciones se comentan con café
- Para determinados personajes públicos, la ética es un concepto turístico
Hace nada, el Ayuntamiento Béjar vivía una idílica convivencia entre PP y Vox, una coalición que prometía regeneración. Y, en cierto modo, cumplieron: Regeneraron los titulares de sucesos.
El reparto era de lujo. A la cabeza, el reprobado y cesado Luis Francisco Martín (PP), con experiencia demostrada: Condenado a prisión en 2005 por usurpación de funciones públicas, y posteriormente señalado por firmar decretos cuando ya no debía.
A su lado, en el papel de socio político, Jonathan Sánchez (Vox), quien durante un tiempo compartió mesa de gobierno y discursos sobre la honradez y la limpieza institucional. Hasta que, cosas del destino, ha sido detenido recientemente por un presunto delito de alzamiento de bienes.
En otras ciudades, una historia así provocaría crisis políticas, ruedas de prensa y mea culpas. En Béjar, en cambio, se recibe con la serenidad de quien ve llover un martes cualquiera. La ciudadanía ya se ha venido acostumbrando desde el asalto a la alcaldía por parte de Martín (PP), aquí los problemas no se resuelven, se aplazan hasta el próximo titular. Entre la ironía y el hartazgo, observan cómo algunos de sus representantes han transformado el consistorio en un escape room político: Cada vez que crees haber resuelto un escándalo, aparece otro que estaba escondido detrás de una factura o de una querella. Para esos personajes públicos, la ética es un concepto turístico, algo que se menciona únicamente cuando vienen periodistas de fuera.
Quizá el lema oficial debería actualizarse con algo más acorde a los tiempos: ‘Béjar, donde las condenas se olvidan y las detenciones se comentan con café’.

